Crónica
Posted byUna noche de lesbianas
En la cancha ella es el árbitro y en la cama hace de hombre. Una camiseta, zapatos deportivos y la ceñida cola en el cabello, le dan esa apariencia varonil que tanto desea. Esconde su silueta femenina usando ropa suelta, las pinturas y tocones altos, no son su plato de mesa. “No hay nada mejor que hacer el amor con una mujer”, eso lo dice después de terminarse un vaso de cerveza. Es una aficionada al fútbol. Y su pasión, son las mujeres.
Pitando en una cancha, Vanesa conoció a la que ahora es su pareja. Llevan 10 meses juntas. El sueño de Vanesa es pitar en una sub 19 y que esté jugando Barcelona. Es madre de dos niñas; su pareja de tres.
En el bar.
Son las once y media de la noche y siete mujeres en una mesa hablan de senos y piernas. En Chile lo llaman “El Hueco”, en Colombia “Bar de las Coyotes”, aquí simplemente es un bar de lesbianas.
El piso está mojado. El vallenato las convierte en cantantes. Los vasos se llenan rápido de cerveza, al decir “salud”, sonríen y los vuelven a llenar.
En la puerta dos de ellas pierden la vergüenza, escena que se repite en el pasillo y en la pista bailando salsa. La que hace el papel de hombre ubica las manos un poco más debajo de la cintura. La noche va quedando sin horas y el ambiente es agradable.
En el bar hay dos grupos de hombres, pasan sentados y bebiendo. Ellas no desean bailar ni hablar con ellos; otra es su distracción.
Llegan tres “nuevas”, así las llaman. Son el centro de todas las miradas. María se inquieta, no deja de mirarlas. Sus deseos son notables, intercambian vasos y miradas. Se ríen por todo y por nada. Los temas de conversa fluyen con normalidad. A Dios prefieren no nombrarlo, no entendería porqué se mudaron de alma.
Karla desea ser madre y tener una familia. Espera que el gusto por las mujeres desaparezca algún día. Todo comenzó después de siete años de relación su novio. Ella lo amaba, pero después que se enteró que él había decidido ser gay, optó por “probar” a las mujeres.
A Karla la música que ubican en el bar “le llega”, por eso lo visita todos los fines de semana. Ella es de Chile. La primera mujer con la que estuvo fue su cuñada. Cuando regresa a su país la disfruta al máximo. “Ella es hermosa”, dice tarareando la música de fondo. Su hermano no tiene no idea de lo que pasa entre ellas. Lleva siete meses sin verla. Karla aún siente atractivo por los hombres, pero por ahora no desea enamorarse. Dice que las mujeres son muy celosas y no le gusta que la controlen. No quiere que su corazón “se quede en Ecuador”.
Chao.
Es la hora de partir. Una doctora de unos 40 años, que también formaba parte de la mesa se había quitado los lentes, el humo de la marihuana que se percibía desde alguna esquina la estaba incomodando. Antes de las dos de la mañana, lo que sobraba eran mujeres ebrias con ganas de amar lo que son en el espejo.
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